Que me ayuden con el proceso de regularización es muy importante, porque yo solo estoy muy perdido
J. ve en el cambio del reglamento de extranjería una vía para conseguir la documentación, pudiendo optar al arraigo por formación si se matricula en un grado medio.
En 2021, una reforma del reglamento de extranjería abrió la puerta para que cerca de 10.000 jóvenes y menores regularizasen su situación en el Estado Español. Aunque los requisitos continuaban excluyendo a miles de personas, esta pequeña reforma fue luchada y celebrada por varias entidades sociales de apoyo y acompañamiento a jóvenes extutelados.
En 2021, una reforma del reglamento de extranjería abrió la puerta para que cerca de 10.000 jóvenes y menores regularizasen su situación en el Estado Español. Aunque los requisitos continuaban excluyendo a miles de personas, esta pequeña reforma fue luchada y celebrada por varias entidades sociales de apoyo y acompañamiento a jóvenes extutelados.
Este año, una nueva reforma del reglamento de la Ley de Extranjería pretende facilitar nuevamente la regularización, con algunos matices. A mediados de septiembre, SOS Racismo hacía una valoración de esta reforma, remarcando que las reformas de reglamento “sirven para desarrollar cuestiones prácticas de aplicación de las leyes”, pero en ningún caso “podemos esperar de una reforma grandes cambios sustanciales”. Los procesos que se beneficiarán de los cambios se concretan en la concesión de visados y los arraigos sociales, laborales y familiares.
A pesar de todo, la sociedad civil y las comunidades de personas migradas y racializadas se han organizado, una vez más, para reclamar al Gobierno una regularización masiva de personas, a través de la campaña Regularización YA! La acción pretende recoger 500.000 firmas para poder presentar una Iniciativa Legislativa Popular (ILP). Hasta la fecha, hay recogidas 450.000 firmas.
A pesar de las diversas propuestas gubernamentales, legislativas o de la propia organización popular, las entidades sociales siguen encontrándose decenas de casos con irregularidades administrativas, racismo institucional y malas prácticas que dificultan o imposibilitan la regularización de personas.
Según Punt de Referència, un 18% de los jóvenes con quienes trabaja aún no ha conseguido regularizar su situación; los motivos son diversos, entre ellos el hecho de que algunos y algunas jóvenes no hayan sido tutelados por la Generalitat.
Trabajar 14 horas diarias por 300 €
Es el caso de J., un joven de 22 años que llegó a España en octubre de 2020 procedente de Oujda, Marruecos. Sin conocer a nadie, pasó ocho meses en Almería donde trabajaba en el campo y en un restaurante, con salarios muy bajos y malas condiciones. “Trabajaba 14 horas diarias por 300 € al mes”, recuerda, “en aquel momento me pregunté si eso era Europa”.
Finalmente, decidió abandonar Andalucía con la intención de cruzar la frontera hacia Francia. Al llegar a Barcelona, J. tuvo que dormir en la calle hasta que se encontró con un compañero marroquí que le explicó cómo funcionaban los Servicios Sociales. A partir de entonces pudo empezar a construir una red que le hizo decidir quedarse en Catalunya.
J. llegó a España siendo mayor de edad, y por eso no pudo ser tutelado. Aunque no es una garantía del 100%, no pasar por el proceso de tutela lo privó de recibir ciertos apoyos para la regularización, la formación o el acompañamiento.
“Tenía un amigo que iba a Punt de Referència”, así fue como los conocí, afirma J. “Ahora tengo un Referente y me gusta mucho porque él vive aquí y me enseña el entorno y hacemos muchas actividades juntos; me gusta mucho que Kike me acompañe”. Por no haber sido tutelado, J. ha tenido que esperar a tener tres años de empadronamiento para regularizar su situación administrativa y poder solicitar el arraigo. Es por ello que desde Punt de Referència le ofrecen apoyo en su proceso de regularización, “que me ayuden con eso es muy importante, porque yo solo estoy muy perdido”, asegura.
Este joven marroquí ve en el cambio del reglamento una vía para conseguir los papeles ya que, gracias al apoyo recibido, se ha podido matricular con el pasaporte en un grado medio de atención a personas con dependencia, aportando también la documentación del bachillerato en su país de origen. Con la posibilidad de un arraigo por formación, J. podría obtener los papeles antes de cumplir los tres años de empadronamiento. “Ahora estamos esperando la cita con la abogada para que me expliquen qué debo hacer y qué documentación debo presentar”.
Gestionar la incertidumbre por no tener papeles
La situación administrativa irregular afecta de forma muy negativa a las personas que la padecen, asegura J., quien ha pasado momentos muy duros a causa de (carecer de) los papeles. Además, no tener la documentación en regla significa que no pueda regresar a casa a visitar la familia, “cuando tenga los papeles, será lo primero que haga”, ni tener unos ingresos mínimos para sostenerse.
Aixa Dulcey, educadora de Punt de Referència que acompaña y conoce a J., explica cómo es: “Lo estoy acompañando desde abril. Recuerdo el primer día, cuando lo cité para conocernos. Llegó muy puntual, y lo ha sido también durante todos estos meses de acompañamiento. Es un joven responsable, educado, sensible y muy agradecido. Recibe formación en el proyecto de agricultura ‘L’Ortiga’ y, durante los meses de cosecha, llegaba a Punt de Referència con verduras del huerto para compartir con nosotras; me pareció un gesto muy entrañable y que lo define. Es reservado en el aspecto emocional, se mantiene siempre optimista, y con una sonrisa explica algunas de las frases que Kike, su mentor, le dice cuándo se encuentran y de las que extrae siempre algún aprendizaje”.
Sin embargo, la otra cara de la moneda que quisiera señalar -explica Aixa- es la profunda afectación emocional que esta situación le provoca: “Hallarse en una situación administrativa irregular le ha generado mucha angustia, por no tener la certeza de cuándo podrá trabajar y encontrarse de nuevo con su familia. Pero lo que más destacaría de este joven valiente es su resiliencia y su mirada compasiva, a pesar de haber vivido situaciones injustas e inhumanas, que nadie debería soportar”.
Porque, a pesar de todo, J. asegura que ahora está contento, “cuando llegué aquí, el hecho de no conocer a nadie me afectó mucho, me sentía muy solo. Ahora, ya no, ahora tengo un entorno, estoy contento y muy animado, conozco gente y me acompañan”.
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