Contar con un hogar permite a los chicos y chicas trabajar y continuar su formación y tener más oportunidades de futuro

Hablamos con David Marmolejo, coordinador del proyecto ‘Llars El Pas’

¿Cuál fue el punto de inicio y el porqué de la creación del proyecto ‘Llars El Pas’ de Punt de Referència?

Desde Punt de Referència vimos que los chicos y chicas que salían de los pisos asistidos cuando cumplían los 21 años tenían muchas dificultades para acceder a una habitación de alquiler, principalmente, por motivos económicos y también por actitudes racistas. Igualmente, habíamos diagnosticado que una parte de estos jóvenes no estaban bastante preparados para poder afrontar la emancipación sin un mínimo de seguimiento por parte de un/a educador/a. ¡Tres años no son suficientes para consolidar un proyecto de emancipación! Por eso, decidimos innovar y crear un itinerario que permitiera ligar el proceso de acompañamiento educativo con una visión de largo plazo.

¿‘Llars El Pas’ contempla diferentes fases de acompañamiento en función de cada situación personal?

Sí. Consta de 4 fases según el proceso en que se encuentre cada chico o chica. En la primera, el/la joven se sitúa en el momento inicial de creación de su itinerario formativo y laboral y no tiene ingresos, pero necesita un espacio donde vivir, como todo el mundo, y se los hace falta un acompañamiento educativo continuado. Está pensada para la juventud que ha participado del proyecto Acull. En la segunda fase, la juventud ya tiene claro su itinerario laboral o formativo. Ha empezado su inserción laboral y cuenta con unos ingresos fijos, aunque sean bajos y precarios. El objetivo es que se pueda consolidar y finalizar su itinerario laboral o formativo. Gracias a este proyecto, hay jóvenes que pueden compaginar su trabajo (con ingresos bajos o a media jornada) y continuar su formación, una cuestión que los permitirá en el futuro poder tener más oportunidades. Este es el sentido final de ‘Llars El Pas’: mejorar las condiciones de los jóvenes para que puedan continuar los estudios, como cualquier joven de su generación que normalmente tienen una seguridad familiar mientras acaban su formación académica.

La tercera fase va dirigida a juventud que ya han consolidado sus objetivos formativos y laborales. Sería el caso de un chico o chica que ha conseguido el grado mediano o superior y esto le ha permitido tener trabajo con condiciones buenas y conseguir un contrato indefinido. La seguridad laboral y económica facilita poder preparar su salida del proyecto gracias a una buena gestión de los ahorros, por ejemplo, y seguir su camino de emancipación de manera autónoma. Entre las opciones que trabajamos hay las habitaciones de alquiler en pisos compartidos, alquiler social o vivienda cooperativa. Esta última ya sería la 4 y última fase del proyecto.

¿Disponer de un hogar, sin duda, es una oportunidad y una tranquilidad para estos jóvenes, pero ‘Llars El Pas’ es mucho más que esto?

Y tanto, trabajamos todos los aspectos con una visión holística, incluso los que no son tan prioritarios, pero sí importantes, para su proceso madurativo. Partimos de todo lo que es necesario e imprescindible: tener un trabajo, estudios, una red de acompañamiento, saber sacar adelante una casa… Pero, también nos centramos en los ámbitos más emocionales como son la comunicación, la convivencia entre iguales y con la vecindad (el grupo micro y el macro), formar parte de un barrio, saber dónde están los servicios (de salud, deportivos…).

¿Por tu experiencia compartiendo muchos momentos con juventud extutelada, cuál es la principal dificultad de su día a día?

La sociedad exige a estos jóvenes la emancipación total sin que tengan unas garantías reales de éxito. Una emancipación que, los jóvenes de su generación la hacen 11 años más tarde (a los 29 años). Cuando un o una joven marcha del entorno familiar acostumbra a tener una formación y trabajo, y, sobre todo, el apoyo emocional de su red (familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.). Cosa que la juventud extutelada no tiene. Y luchar contra la soledad y, a la vez, salir adelante, sin tener esta red, es muy complicado y estresante.

¿Una vía de ayuda a la emancipación también la ofrece la vivienda cooperativa?

La vivienda cooperativa en cesión de uso es una muy buena solución en la lucha contra la especulación en el mercado de vivienda. Partiendo de esta idea, hace tres años buscamos la alianza con Sostre Cívic, entidad que defiende este modelo, en un momento en que se estaba promoviendo el edificio de La Balma, que está ubicado en el barrio de Poblenou, en Barcelona. Después de muchas reuniones, reflexiones conjuntas, objetivos y sufrimientos compartidos, en septiembre de 2021, dos jóvenes de Punt de Referència entraron a convivir en La Balma. Esto fue una gran oportunidad para ellos, puesto que, aparte de poder disponer de una vivienda que sienten como suya, pasaron a formar parte de un grupo de vecinos y vecinas. Esto implica que se pueda generar un sentimiento de pertenencia, de ser útil, de formar red y, al fin y al cabo, de poder ser dos vecinos más del Poblenou.

¿Con qué alianzas habéis contado para fomentar la creación de pisos solidarios para el colectivo de jóvenes extutelados?

La cooperativa Sostre Cívic y la Fundación Mambré han sido claves para que este proyecto sea una realidad. Y evidentemente, la comunidad de vecinos y vecinas de La Balma que ha acogido a los dos jóvenes como unos vecinos más. Una cosa tan sencilla y habitual en otros entornos, para estos jóvenes equivale a que se sientan como iguales.

¿’Llars El Pas’ ha nacido de una necesidad social, fue una prueba piloto y ahora ya es una realidad transformadora?

Sí. El hecho que se iniciara como una prueba piloto, reafirma la validez y la calidad de la propuesta. Y esto nos anima a replicar este modelo con otros jóvenes y cooperativas. ¡Hay otros jóvenes esperando esta oportunidad! Y nosotros como sociedad tenemos que darles una respuesta real y viable. ¡Porque nuestra propuesta es emancipadora de verdad!

¿Cómo lo viven los chicos y chicas? 

Lo reciben como una gran oportunidad y el fruto de sus esfuerzos. El mensaje que les enviamos es que creemos en ellos y que un futuro mejor es posible. Al fin y al cabo, este proyecto es una apuesta real para que los chicos y chicas tengan un hogar estable donde continuar construyendo su futuro, donde tener garantizado su derecho a una vivienda digna, pero, sobre todo para que puedan participar de un espacio comunitario, de apoyo mutuo y compartido que, pensamos, contribuye a una mejor salud emocional.

¿Hacen falta más oportunidades de vivienda cooperativa para juventud extutelada?

Evidentemente, hay que continuar reivindicando más oportunidades y políticas de vivienda reales y acordes a las necesidades actuales de la sociedad, y más concretamente, para los chicos y chicas con la que trabajamos. La lucha tiene que ser común, con soluciones transformadoras y, sobre todo, que sea permanente si queremos que las cosas cambien a mejor.

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