Educadoras, psicólogas, terapeutas y psiquiatras ponen el foco en las causas coyunturales que afectan la salud mental de la juventud migrada.
Sara Montesinos
El próximo día 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental . Este año, a pesar de la importancia que el benestar emocional tiene a nivel global y transversal en la sociedad, han saltado las alarmas por lo que se refiere a jóvenes. Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunciaba que entre un 10 y un 20% de los adolescentes experimentan trastornos mentales, la mayoría de ellos se manifiestan antes de los 14 años y la pandemia ha agravado de forma exponencial esta situación. El pasado mes de mayo, el Hospital San Juan de Dios de Barcelona aseguraba haber observado un incremento del 47% de pacientes atendidos en urgencias por motivos de salud mental, en comparación con el mismo período de 2020.
Según un estudio del Valle de Hebrón, una cuarta parte de los jóvenes que acuden a urgencias por motivos psiquiátricos se han auto-lesionado y según el Código de Riesgo del Suicidio, el sistema de detección de la Generalidad de Cataluña, los intentos de suicidio en adolescentes han aumentado un 27% desde la pandemia , legando hasta más de 600 casos en jóvenes de hasta a 18 años. Hoy en día, los suicidios son la primera causa de muerte no natural entre jóvenes de 16 a 35 años , por encima de los accidentes de tráfico, una alarma social para la que ni las administraciones ni las entidades están preparadas por falta de recursos.
Entre muchas otras cosas, la pandemia y las expectativas de futuro han agravado esta situación entre los y las jóvenes pero, ¿ qué pasa con los que han migrado solos? El estigma, el trauma y el tratamiento en salud mental y benestar emocional son los motivos por los que en este reportaje hablamos con profesionales y no jóvenes. Más allá de las vivencias, hablamos de un sistema que provoca sufrimiento a las personas hasta el desarrollo de sintomatología o trastorno. Educadoras, psicoterapeutas, psicólogas y psiquiatras hablan de las consecuencias directas del modelo de acogida.
Marina Nadal, Mariona Sementé, Bet Termes y Alicia Garcia son técnicas de Punto de Referencia. Dos de ellas vienen de formación en psicología y acompañan a diferentes jóvenes que tienen vínculo con la entidad. “Ansiedad, depresión y estrés postraumático son las principales situaciones que afrontamos las trabajadoras en centros de menores”, dice Bet, compartiendo la experiencia de su anterior trabajo. Añade, sin embargo, que la falta de personal psicológico en los mismos centros, y en el sistema en general, provoca que haya una muy baja capacidad de diagnosis definitiva y por tanto no hay una buena detección por prevención.
«Más allá de casos concretos, hay un malestar general», dice Mariona, «hay un malestar emocional porque las condiciones estructurales son las que son, con necesidades básicas no cubiertas y es imposible estar bien en estas situaciones, a nivel de benestar emocional es muy complicado que estos jóvenes se sientan seguros y tranquilos». Marina, que coincide con sus compañeras añade la dificultad de hablar sobre benestar emocional con los chicos y chicas. «Es difícil que pidan ayuda para algo de lo que no son conscientes, no hay conciencia de según qué malestares o necesidades, eso es lo que se enquista posteriormente”.
Mariona explica que existen diferentes factores estresantes constantes que se suman al trayecto migratorio, entre ellos está el no entender el idioma, no tener documentación o la presión que tanto las educadoras como el sistema ejercen sobre ellas y ellos. Alicia enfatiza en la necesidad urgente de resolver los procesos de regularización debido al impacto emocional que supone en los jóvenes y asegura que se han encontrado chicos y chicas con cuadros depresivos, desmotivaciones y otras dificultades, que con la renovación de NIE han supuesto un cambio y una mejora a nivel motivacional y de estabilidad emocional.
Àngels Guiolà es psicoterapeuta infantojuvenil del equipo de Exil , una ONG que trabaja en la atención terapéutica médico-psico-social con personas con diferentes tipos de trauma, entre ellos, el proyecto migratorio. “Nosotras no trabajamos con diagnosis en salud mental, creemos que hay que hacer una valoración comprensiva del dolor de la persona que lega, es importante conocer el histórico del joven”, asegura Àngels. Añade que existen diferentes aspectos a tener en cuenta, entre otros, el paradigma del trauma y el impacto del mismo en la persona, así como el vínculo y ataduras con las figuras primarias en la infancia.
“Nos encontramos con cuadros depresivos, cuadros ansiosos e intentos de auto-lesiones, esto nos da respuestas ya menudo ante un cuadro traumático nos hace falta farmacología. Estamos hablando de personas que han vivido el horror, que han sufrido mucho. Es necesario poder calmar este cerebro”, explica Àngels. Hay síntomas relevantes como los descuidos, no recordar cosas que han pasado o las ausencias y otras respuestas disociativas como los brotes psicóticos, que surgen cuando las personas han sido expuestas a situaciones muy extremadas que hacen que el sistema nervioso se fragmente. Sin embargo, Angels se reafirma en que los diagnósticos con niños son injustos, “hay que ver lo global y comprender qué está pasando para desarrollar estos síntomas o trastornos”, dice.
Yolanda Osorio, psiquiatra y coordinadora de ESMESS (Equipo Salud Mental Sin Techo) y del programa SATMI (atención en salud mental para población migrada), asegura que para muchos jóvenes es muy difícil hablar de salud mental o de enfermedad mental derivada del estigma.
La experta en salud mental y procesos migratorios abre también la puerta a la reflexión sobre los códigos que se usan en nuestra sociedad “es difícil hacer diagnosis como tal, los códigos que utilizamos en psiquiatría son códigos anglosajonas y por tanto occidentales que no están adaptados culturalmente ”, y continúa, “hay formas de expresar el malestar que no coinciden con otras personas, árabes, por ejemplo, no existe el concepto de depresión” . Según Yolanda, es muy importante este sesgo cultural y asegura que se han hecho intentos por adaptar los códigos, pero a la vez se demostra la hegemonía del mundo occidental hasta para observar la complejidad de tratamientos y culturas que no casan. «Hay que entender cómo podemos ser respectuosos y cómo poder abordar el malestar en diferentes situaciones», remarca.
También Yolanda coincide con el mismo listado de situaciones con las que se encuentra; trastornos de adaptación, de estrés posttraumático, reacciones y brotes psicóticos que pueden desarrollarse esquizofrénicos. “Hay cuadros ansiosos y depresivos que hacen que los jóvenes estén tristes, sin ganas o también a la defensiva, pero con los trastornos de adaptación, ponemos la etiqueta en sí mismos cuando la tendríamos que poner fuera”.
“Más que de patología, nos gusta hablar de sufrimiento, y éste tiene que ver con las situaciones con las que los jóvenes se encuentran”, explica Yolanda, que recoge momentos de la historia premigratoria, donde encontramos familias muy ricas a nivel afectivo pero también otras muy desestructuradas. Después, está todo el propio proyecto migratorio que puede contener situaciones muy traumáticas. Cuando llegan aquí, después de todo, se encuentran en un centro, en el que no pueden trabajar, sin expectativas y sin futuro. La patología la estamos generando nosotros”.
Una acogida real como herramienta de prevención
Las técnicas y expertas consultadas coinciden en que la situación social y burocrática de los jóvenes es, en gran medida, la causante de estos efectos en su salud mental. Es por eso que proponen mejoras en el sistema , entre otras, como la reducción de la precarización y rotación de profesionales en los centros de acogida, como dice Alicia, lo que garantizaría un más y mejor trabajo terapéutico con los jóvenes, y añade que es necesaria una perspectiva antirracista para el abordaje profesional de los casos.
Àngels asegura que hay que apostar por una formación en trauma de las profesionales de los alrededores de los jóvenes para poder acompañar a estos menores desde el paradigma de la resiliencia, además de la necesidad de una red pública que pueda atender a los jóvenes con sus especificidades .
Tanto las técnicas como Yolanda y Àngels coinciden también en la necesidad urgente de facilitar la regularización de papeles , aseguran que la incertidumbre genera mucha impotencia y frustración. «La documentación es la base, todo puede ser posible a partir de aquí», asegura Marina, «es una trampa mortal», añade Àngels.
Yolanda va más allá y asegura que a menudo se pone el foco en la necesidad de más profesionales pero que en realidad debe lucharse por cambios legislativos en relación a la ley de extranjería, el acceso a la vivienda y sobre todo la urgencia de facilitar el permiso de trabajo. “Decimos que somos un país de acogida pero no tenemos herramientas de acceso a la formación ni al trabajo, sostenemos situaciones muy precarias en las que no hay un planteamiento más allá. ¿Cuántos de estos jóvenes llegan a la universidad? Somos nosotros quienes los encasillamos con nuestros prejuicios y no ponemos expectativas, los sostenemos sin invertir en que sean personas que puedan formarse e integrarse”, denuncia Yolanda, “o ponemos el foco aquí o todo es muy complicado” .